¡Buenas tardes, compañeros y compañeras!💝
Puesto
que esta semana, en circunstancias normales, nos hubiera tocado a nosotras
elegir la canción con la que iniciar la clase, os traemos una reflexión acerca de la canción en cuestión y su relación
con otras manifestaciones artísticas. Aunque, en principio, solo había que
relacionar la canción con una obra pictórica, los caminos de la imaginación, como
los del Señor, son inescrutables, así que lo que inicialmente iba a ser una
simple relación entre una canción y un cuadro se ha convertido en un entramado
de relaciones entre manifestaciones artísticas.
La
canción que hemos seleccionado se titula “Fields of gold” y pertenece al álbum Ten
Summoner’s Tales, publicado en el año 1993, del cantante británico Sting.
Es, sin duda, uno de los temas más conocidos del artista, junto a otros como “Englishman
in New York” o “Every breath you take”, un hit al que dio voz mientras
fue el vocalista del afamado grupo Police. En realidad, pocos saben que
la composición de esta canción remite a unas coordenadas espacio-temporales muy
concretas: el cantante la escribió inspirándose en las tonalidades cromáticas
áureas que adquiría el paisaje donde se erigía su casa -esta estaba cerca de un
campo de trigo- al atardecer. Este dato fue mencionado por el propio Sting
cuando, hace ya varios lustros, se le preguntó qué lo había inspirado para
escribir la canción. Sin embargo, si no hubiéramos sabido la respuesta,
podríamos haber llegado a la conclusión de que cualquier manifestación
artística (literaria, cinematográfica, pictórica, etc.) pudo ser el punto de
partida para concebir este bello tema. Al escuchar “Fields of gold”, la imagen
que viene a nuestra mente es, precisamente, la que inspiró al propio Sting: un
campo de centeno o de trigo, por sus tonalidades áureas; un campo de trigo como
el que Van Gogh reflejó en sus obras Campo de trigo con cipreses y Campos
de trigo cerca de Arles, siendo el paisaje que en esta última se refleja mucho
más cercano a la imagen que intentó recoger Sting en su canción, ya que se
plasman los campos de trigo al atardecer.
Campo de trigo con cipreses (Van Gogh)
Campos de trigo cerca de Arles (Van Gogh)
Pero
las relaciones que podríamos establecer entre la composición de Sting y el arte
no terminan aquí pues, si buscamos una semejanza cinematográfica, podríamos
establecer una relación entre la canción y el film de Terrence Malick, Days
of heaven (1978). La historia que narra transcurre en 1916, cuando los
protagonistas, Bill y Abbey, viajan hacia los grandes campos de trigo de Texas,
los cuales se convierten en el escenario principal de la obra. Es de alabar la belleza que desprenden todas y cada una de las escenas de la película, así como el bucolismo que evoca la sucesión de secuencias de los paisajes texanos dorados, cuya magnitud llega a su acmé cuando, precisamente, como en la canción de Sting, llega el atardecer. No en vano, cabe decir que la película se llevó un Óscar a la fotografía por la inestimable labor de Néstor Almendros.
En el ámbito literario, la relación podría establecerse con la obra El guardián entre el centeno, cuyo nombre no viene dado, precisamente, porque el escenario donde transcurre sea un campo de trigo o de centeno, sino por la reflexión que el protagonista, Holden Caufield, hace sobre un poema:
"Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Solo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno".
¡Y eso ha sido todo! Gracias por vuestra atención. ¡Un abrazo! (virtual, claro, que en los tiempos que corren no procede darlos de otra forma)
¡Hasta pronto! 💖
Lydia, Raquel, Amanda, Lidia, Nereida y Mari Carmen.
En el ámbito literario, la relación podría establecerse con la obra El guardián entre el centeno, cuyo nombre no viene dado, precisamente, porque el escenario donde transcurre sea un campo de trigo o de centeno, sino por la reflexión que el protagonista, Holden Caufield, hace sobre un poema:
"Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Solo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno".
¡Y eso ha sido todo! Gracias por vuestra atención. ¡Un abrazo! (virtual, claro, que en los tiempos que corren no procede darlos de otra forma)
¡Hasta pronto! 💖
Lydia, Raquel, Amanda, Lidia, Nereida y Mari Carmen.
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