Buenas tardes, viajeros literarios
A continuación os presento mi relato literario sobre cómo creo que va a ser la educación en 2030.
Érase una vez una educación innovadora, que poseía grandes cualidades, como el uso de las TIC, la gamificación, las escape room o el aula invertida, entre otras. Había llegado nueva al centro y, aunque lo hizo con grandes expectativas, no conseguía encajar ni con los estudiantes ni con los docentes. Los profesores y profesoras se mostraban reticentes a incorporarla, ya que vivían anquilosados en la tan usada y abusada metodología tradicional.
-Si llevamos años dando clase así y funciona, ¿para qué vamos a cambiar? Llegamos al aula, impartimos el temario, ellos copian, lo estudian y examen- argumentaban.
Por su parte, los discentes también eran partidarios de la metodología tradicional.
-Toda nuestra vida lo hemos hecho así: estudiamos, vomitamos (curiosa metáfora, ¿no?) el contenido, aprobamos y pasamos de curso. ¿Para qué queremos hacerlo de otra manera? Nos han enseñado a trabajar de esta manera, no es nuestra culpa- explicaban.
No obstante, la metodología innovadora sí que había conseguido calar en algunos profesores y profesoras, quienes intentaban, con todos los medios de los que podían disponer en una sociedad en la que el fútbol es más importante que la educación, incorporarla a sus clases. Algunos hacían tímidos intentos de utilizarla al aula a través del uso de ordenadores u otros soportes tecnológicos que, aunque no suponía un gran avance, daba muestra de la intención de modernizar el sistema. Otros, más atrevidos, buscaban que el alumno o alumna fuera el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje; que participaran; que trabajaran de forma cooperativa y que no solo fueran conocedores de las TIC, sino que supieran incorporarlas de forma eficiente a su vida. Estos últimos eran conscientes del impacto positivo de esta metodología en los discentes, quienes acababan aprendiendo de forma significativa, ya que podían aplicar sus conocimientos a diversos campos del saber.
Sin embargo, nuestra protagonista seguía siendo despreciada e ignorada a pesar de sus intentos durante años por colarse en la vida de los estudiantes y de los docentes, ante lo único que podía pensar era: si llevo años existiendo y continúan sin aceptarme y utilizarme, ¿por qué iban a empezar a prestarme atención ahora?
Perdón por el pesimismo y por la escasa imaginación literaria, pero creo que dentro de 10 años la educación no habrá cambiado mucho -aunque sí lo hagan los soportes-, para desgracia nuestra. Espero que el relato al menos os haya entretenido.
Nos leeremos en algún lugar u otro, viajeros literarios
Nereida Ródenas Lopera
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