¡Buenas tardes
viajeros y viajeras!
Probablemente
esta sea de mis últimas publicaciones en este blog. Por un lado, me da
tranquilidad porque eso significa que
estoy cada vez más cerca de la recta final, pero por otro lado, me entra un
poco de tristeza porque aunque no haya sido fácil, me ha gustado esta pequeña
experiencia como blogger xD.
En
esta entrada voy a presentaros un relato sobre cómo creo que será la educación
en 2030 y cómo me veo yo dentro de un aula dentro de diez años. Espero que
adivinéis el origen del nombre de mis personajes principales. Seguro que mi
compañera Nereida lo sabe… Y ahora, sin más rodeos, poneos cómodos porque aquí
os dejo mi relato.
La educación en 2030
Era septiembre de
2030, un lunes para ser más exactos, pero no
se trataba de un lunes cualquiera. Para Lusita no lo era, pues era su
primer día como profesora en el Zurbarán, un instituto situado en las afueras
de Madrid. Luisita era profesora de Lengua Castellana y Literatura y llevaba
una larga temporada impartiendo clases a distancia y en academias, pero jamás
le habían dado la oportunidad de estar en un centro educativo de secundaria,
aunque después de opositar tres veces y con buena nota, ya era hora de que le
otorgasen una plaza. Ella estaba muy contenta y, tras tantos años trabajando
delante de un ordenador, le apetecía mucho conocer a sus nuevos/as alumnos y
alumnas y a todo el personal del centro para poder recuperar ese calor humano
que las nuevas tecnologías no le proporcionaban. No obstante, la realidad
destrozó todas las expectativas que tenía porque el instituto Zurbarán estaba
demasiado modernizado y parecía que allí había más máquinas que personas. De
hecho, ni siquiera había personal de limpieza porque los robots lo hacían todo
-o casi todo-. Además, todas las aulas estaban equipadas con ordenadores y
pizarras digitales, y eso de pedir tizas al conserje era agua pasada porque
todo funcionaba gracias a las TIC. Cuando Luisita llegó al instituto, le
recibió la directora del centro, Amelia. Al contrario de Luisita, a Amelia no
le sorprendía el gran avance de las nuevas tecnologías porque en su antiguo instituto también hacían
mucho uso de ellas. Amelia le explicó a Luisita todo el funcionamiento del
Zurbarán y le mostró detalladamente todas sus instalaciones. Después, le
entregó su horario y la acompañó a la primera clase presentándola a todo el
alumnado.
Luisita estaba a
gusto con sus grupos y podía hablar de todo con ellos, pero le molestaba que
todo fuera tan tecnológico. Incluso extrañaba la tinta roja en los exámenes
cuando corregía de forma manual, pero eso había quedado en el pasado. En otros
tiempos, hubiese cabido la posibilidad de elegir cómo hacer las pruebas
escritas a tus alumnos/as, pero hacía algunos años, esa labor la realizaba una
máquina inteligente porque, de esta forma, se ahorraba tiempo, pero Luisita era
de otra época y le costaba mucho habituarse a tantos cambios. Intentó hablar
con la directora y propuso algunas modificaciones que ella consideraba oportunas como, por ejemplo, el hecho de que
los exámenes no se realizasen desde la tablet,
que se trabajase la escritura a mano en clase o que en la biblioteca del centro
hubiese más libros en papel, pero Amelia era muy cuadriculada y no estaba
dispuesta a cambiar el proyecto de centro. Luisita, con todas sus fuerzas,
trató de hacer frente a su nueva realidad, pero aquella era digital la estaba matando
por dentro y por tanto, tomó una decisión. Decidió marcharse del centro y se
puso en contacto con algunos antiguos compañeros de la carrera, quienes también
estaban hartos de tanta tecnología, y juntos decidieron formar una academia
para estudiantes de la E.S.O. y Bachillerato. Por supuesto, harían uso de las
nuevas tecnologías, pero no abusarían de ellas
y jamás sustituirían a las personas por máquinas inteligentes.
The
End
¡Espero que os haya gustado!
Un abrazo fuerte.
Amanda
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